jueves, 28 de septiembre de 2006

Me equivoqué

Tenté a la suerte, hablé con dos amigas, y estoy mal. Triste y vacía. Nada me ayuda porque nada es él.

Hay personas que no me han vuelto a preguntar desde que mi padre murió qué tal estoy. Hay personas que si. Supongo que yo no empiezo nunca ese tipo de conversaciones, no debo ser una amiga fácil (a mi media de dos años y las últimas hazañas me remito). Me alegro mucho de tener a quienes tengo.

A veces me olvido de repente me descubro pensando en que me estoy riendo a carcajadas, que la vida parece que es verdad que sigue, y entonces me doy cuenta de que sigue a otro ritmo, sin mi, sin él. Y a ratos vivo sin mi padre de una manera normal,y disfruto de los días. Otras no tengo ganas de vivir y entiendo a mi abuela cuando dice ese tipo de cosas. Qué mal hice las cosas cuando murió mi padre, nadie te prepara para eso. Debí haber estado más junto a mi familia, haber pedido unos meses en el trabajo, ordenar lo que quedaba de mi vida... a veces seguir adelante no es la mejor opción. Debí haberme quedado todos los minutos con él, y haber vuelto a insistir a la enfermera, pedirle la sangre, hablarle más, esperar más tiempo por si sucedía ese milagro...

Cómo ha cambiado todo desde entonces. No llego a hacerme a la idea de vivir sin su mirada tantos días seguidos, ya no tengo idea de nada, en realidad

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muhas veces los amigos no podemos hacer más que quedarnos cerquita y esperar, porque realmente no sabemos qué es lo correcto en estas situaciones y porque además cada persona reacciona diferente...

Y por lo de haber hecho más... siempre se quedan cabos sueltos y cosas por decir y precisamente eso es lo que más suele doler. No podemos sentarnos a hablar (físicamente) con quien ya no está. Y encima es tan difícil encontrar alivio...