lunes, 12 de enero de 2009

Corto y pego

04-ene-2009
El aislamiento imposible de Gaza

de Guerra Eterna de Iñigo
Muchas de las guerras de Israel y los países árabes cuentan con un guión similar. Cambian los protagonistas y el tipo de armamento, pero la secuencia de acontecimientos guarda una nada sorprendente similitud. Una situación previa inaceptable, un creciente aumento de la violencia, el inicio de las hostilidades, las promesas desde ambos lados de que ésta será la guerra definitiva que servirá para infligir al rival el golpe final, el terror que sufre la población civil, la tímida mediación internacional que va cobrando protagonismo, y el final del conflicto que deja las cosas prácticamente como estaban.
La campaña israelí de bombardeos de Gaza es además una especie de secuela de la guerra de Líbano de 2006. Ya entonces, se dijo que el desenlace había sido decepcionante para Israel al no cumplirse las expectativas irreales que el Gobierno había despertado entre sus ciudadanos, y que había comenzado la cuenta atrás para una reanudación de los combates, bien en el sur de Líbano o en Gaza. El aislamiento de Gaza, alentado por EEUU y la Unión Europea, aumentaba las posibilidades de que fuera allí donde se produjera.
Ni Israel ni Occidente aceptaron el resultado de las elecciones que dieron la victoria a Hamás. Los islamistas palestinos no alteraron su discurso político una vez que recibieron la responsabilidad de gobernar. La Administración norteamericana se embarcó en una guerra secreta para derrocar a Hamás y sustituirla por Fatah. El fracaso de la operación fue de tal calibre que provocó el efecto contrario: los dirigentes de Fatah fueron expulsados de Gaza. A partir de ese momento, el riesgo no podía ser mayor: o se encontraba algún tipo de coexistencia entre dos enemigos implacables (Israel y Hamás) o la guerra era inevitable.
Nadie pareció entender esa urgencia. Se consiguió poner en marcha en junio de este año una tregua, que finalizaba en diciembre, gracias a la mediación egipcia y bajo unas condiciones que perjudicaban más a Gaza, aunque hay que decir que eran las únicas que se podían obtener de forma realista. Israel obtenía unos niveles de seguridad que no eran ni mucho menos perfectos: hubo ataques con cohetes. Lo peor era para Gaza: el bloqueo se mantenía y la supervivencia económica de la zona quedaba a expensas de los intereses del Gobierno de Israel.
No se hacían excepciones. Hasta las agencias de la ONU sufrían los rigores del embargo. Israel les impedía aprovisionarse de combustible cuando quería aumentar los rigores de la asfixia. No consta que EEUU o la UE llevaran ese asunto al Consejo de Seguridad de la ONU como siempre han hecho en el pasado con los gobiernos que no son de su agrado.
Según se acercaba el final de esa tregua, imperfecta pero real, aumentaban las posibilidades de un estallido violento. El 4 de noviembre, el mismo día de las elecciones de EEUU, el Ejército israelí realizó una incursión en Gaza para destruir un túnel del que decían que iba a utilizarse para trasladar a soldados secuestrados. Mató a cinco milicianos de Hamás. Los islamistas respondieron con 35 cohetes sobre territorio israelí que no causaron bajas.
En el frente político, los acontecimientos tampoco invitaban al optimismo. Se acercaba la fecha de las elecciones israelíes. Los laboristas estaban a punto de obtener los peores resultados de su historia. Su líder, el ministro de Defensa, Ehud Barak, un político arrogante e imprevisible, llevaba tiempo anunciando que una ofensiva sobre Gaza a gran escala era sólo cuestión de tiempo. El Ejército sostenía que había aprendido de los errores cometidos dos años antes en Líbano.
Tanto a Israel como a Hamás les conviene que el conflicto continúe agravándose y que a la campaña de bombardeos le haya sucedido una operación por tierra del Ejército israelí. Ambos recogerán los frutos del cierre de filas inevitable en cualquier sociedad en guerra. A largo plazo, a los dos enemigos les beneficia una tregua permanente similar a la que existe en el sur de Líbano desde 2006.
Sólo los civiles, en especial los palestinos, se beneficiarían de un cese inmediato de las hostilidades. Esa es la responsabilidad de EEUU y la UE que no pueden repetir la pasividad de la que hicieron gala en 2006 durante varias semanas. Entonces, el Consejo de Seguridad de la ONU tardó 33 días en reunirse y empezar a trabajar para intentar devolver la paz a Líbano. Ahora ya se han producido algunos movimientos diplomáticos, de momento sin éxito. Los países europeos deben ser conscientes de su responsabilidad. Esta vez no pueden limitarse a achacarlo todo a los odios atávicos en Oriente Próximo. Ellos propiciaron una estrategia de aislamiento de Gaza que sólo podía terminar en la catastrófica situación actual.

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I want to write about the suffering of my people and my family in these days of siege against the people of Gaza. At least 888 people have been killed and more than 3,700 injured. The International Committee of the Red Cross has accused the Israeli military of repeatedly refusing to allow ambulances to go to the al-Zeitoun area of Gaza City. As a result, those who are injured become those who die, a premeditated and willful violation of human rights.In my house we can't get basic needs. No food. No bread. No fuel. No future. Yesterday, my father went to the bakery at 5am. He waited 5 hours to get one loaf of bread, which is not enough for my family because there are 11 of us. So today it was my turn. I went to all the bakeries -- all were closed.There is no safe place we can go. We cannot communicate with our relatives and friends -- networks are down as missiles rain on our homes, mosques and even hospitals.Our life is centered around the burials of those who have died, our martyrs. At night our camp, Jabaliya refugee camp, is a ghost town, with no sounds other than those of Israeli military aircraft. There is horror every minute and it is clear especially in the lives of children. For example, there were five sisters in one family killed in their home by the Israeli occupation forces. But there are 800,000 other children in Gaza, all afraid, all waiting for someone or something to help them. They are caught in a prison that is becoming a concentration camp. Every day we sleep and open our eyes to the Israeli crimes of killing children and women and destroying civilians' homes. My words are unable to convey my feelings about this life in Gaza.I have two messages to the world, to those who claim they love peace and seek freedom.Imagine your life consisting of no electricity, destroyed homes, the sounds and strikes of missiles, day and night, and the only hunger as great as that for food is the hunger for an end to this occupation and siege. Imagine it is not just you but your children and your family who tell you through their eyes and cries: "We are afraid of the missiles." "We cannot sleep." "We may never sleep again." Imagine you are the dam and the river of blood has turned into a flash flood. How long could you stand it?We wouldn't have to stand it any longer if the world stood with us. If they demanded an end to the siege and the killings and demolition of houses for our children. If they demanded assistance reach the people through rallies and sit-ins.Finally, I invite you to come to Gaza and see the Holocaust. Because despite the siege, the barriers, the killing of my people and the destruction of their homes, and the total destruction of our lives by the Israeli occupation, they cannot and will not kill the will of our people for equality and justice.Update: After taking this testimony, the Middle East Children's Alliance received a message from Mohammed that all the homes in his neighborhood have been destroyed. He and his family are now staying at the United Nations-administered school in Jabaliya, where 43 people were killed in an Israeli attack on 6 January. He cannot reach his brother and does not know if he is alive.Mohammed Fares Al Majdawali is a university student, member of al-Assria Children's Library, and volunteer with Middle East Children's Alliance, which is sending medical aid to Gazans under siege (www.mecaforpeace.org). He lives in Jabaliya Refugee Camp with his family and aspires to be a professional filmmaker.