miércoles, 30 de abril de 2008

30.04.2008

Vuelven a darme las 2 de la mañana.Mi cabecita dándole vueltas a todo.
"Allí donde estaba ella, estaba el paraíso".
Ya marcho, para ser la desaparecida, y que sigas siendo el desaparecido. De repente llamas, son las 6 menos 20 de la mañana. Seguro que es sólo entonces cuando piensas en mí, cuando el alcohol nubla el raciocinio, no sé si me alegro o si me asusto. Un poco de cada. Pero yo no contesto. Sé cuando irme.

Hoy me he cambiado de piercing. Llevaba casi un año con el mismo. Son mis propias manías, mis ganas de estar.

A veces llego a parecer normal. A mis niños les digo siempre que parezcan normales (haciendo la fila, en el patio, con los turnos de palabra), que no den la nota. Que ser normal es muy especial, porque ya nadie es normal. Que ellos son normales, únicos para mí. No les explico tanto, sólo les digo que no quiero que sean normales, que me gusta cómo son, pero que lo parezcan, que nadie les haga daño por hacer la fila a su manera o por bajar de un salto... bueno, ellos y yo nos entendemos. Que conocerles sea un orgullo y no una obligación.

A veces, decía, llego a parecer normal. Cuento cosas y parecen normales y yo pensaba que eran raras y las he guardado años y años. El domingo estuve dándole vueltas a la saga de niños que quería tener con mis apellidos. Cambiar mis apellidos de orden, tener hijos por todo el mundo con gente que se apellidara García y crear un sinfín de enanos con mis apellidos. Crearía unos niños con ganas de ser buenos siempre, aunque hicieran mal algunas cosas, y no les importaría tener muchas cosas, les encantaría estar en la calle y empaparse con la lluvia. Serían sencillos, leales y tendrían mil millones de vocaciones, sin llegar a concretar ninguna. Adorarían la vida animal. Y cuidarían las plantas. Ningún país debería dinero a otro, ni fabricarían armas, ni matarían, porque serían hermanos, pero de los de verdad. Aún tengo muchas pegas a ese plan, pero lo fui expandiendo, y en lugar deser tachada de loca con la mirada, me encontré con un montón de ideas, de pros y de contras, de que era una idea cuasi normal, de que era algo en lo que se podía pensar un rato, aunque fuera por entretenimiento. Y un mensaje diciendo que qué a gusto. Qué sin sentido.

1 comentario:

Patch dijo...

HUm, ahora lo normal es apalear a las viejitas en los autobuses, te lo digo yo que tengo un master en transporte público :)

¿Ya tienes pensado el nombre para todos los niños?