Tonterías
Hola. A veces no sé ni qué decirte aunque me muera de ganas de hablar contigo, y me quedo con un simple “hola”, que no soy capaz de decir. Así que me aíslo y no hablo contigo. Otras veces sólo tengo ganas de decirte que lo intentemos, que todo va a ir bien, que qué más da que no sea para siempre, el whatever de Ben Harper que tanto me gusta.
A tu lado, como me pasa cada vez que conozco a alguien que siento de manera especial, me quedo callada, me bloqueo, y parece que no hablo, ni leo, ni escucho música, ni tengo opiniones… no es que me dé igual, es que me bloqueo.
A veces escribo un mensaje con lo que te quiero decir y lo guardo en borradores, para borrarlo luego. A veces te odio un poco por hacerme sentir vulnerable. Yo no quiero querer, que no sé hacerlo del todo bien.
Pienso mucho en las rupturas que he tenido. La primera es la más dura, porque se acaba el mundo de las ilusiones en las que el amor lo puede todo, y se acaba porque te dejan y no has hecho nada, nada tiene sentido, nada vale ya la pena. Se pasa, la herida cura (en 19 días y 500 noches), la cicatriz siempre queda, y a veces unas palabras reabren la herida, unos sentimientos que escuchas a alguien, y que te duelen como si fueran tuyos, porque fueron tuyos. Sabes lo que duelen.
Yo quiero a muy pocas personas, debería querer a más gente pero es lo que hay. A quienes quiero desde luego les quiero mucho, daría mi vida por ellos, o mi felicidad si la tuviera, lo sepan o no. Yo creo que casi ninguno lo sabe. Yo no digo muy a menudo ese “te quiero”, ni lo demuestro. Me basta con saberlo yo. Prefiero joderme y no estropearte nada, que sigas viviendo sin mí, conmigo a un ladito, velar porque tú estés bien me vale. Querer no siempre es amar. Tampoco te puedo ayudar a veces, y me frustro.
Sé muy poco de la vida, entiendo apenas nada. Mi familia es pequeñita, quiero a menos miembros de los que tiene, y es recíproco. Y no quiero una familia, no sé tenerla. Y no quiero un novio, porque tampoco sé tenerle. Y no quiero un mejor amigo/a, porque no soy la mejor en ello. Quiero saber querer, y a eso se aprende queriendo, haciendo daño sin querer. Y cuando esté lista, pues entonces.
Y con la cabeza soy consciente de las taras, y de las tonterías que digo, y de cómo solucionar las cosas, y tengo algunas respuestas, y de qué hacer, y qué me conviene, y todo eso. Pero aunque oiga a la razón, no soy capaz de hacerle caso, y me guío por instintos, por corazonadas, por impulsos. Y así me va, para bien o para mal, pero prefiero estrellarme mil veces a no vivir así. Esta es la primera vez que yo recuerde que tengo esa sensación y no voy a luchar por ella, voy a dejarla pasar hasta que se extinga o hasta, o hasta nada, hasta que se extinga y punto. No voy a atender a razones pero tampoco a sentimientos. Esta vez decide el tiempo, no yo. Es raro, no luchar por lo que quiero. Sólo una vez, a ver qué pasa si no voy yo a chocarme contra las olas y las veo morir en la orilla, y que me mojen los tobillos sin hacerme daño, a ver qué pasa, más que nada. Sin darle vuelta a todo, a todas horas.
Soy la misma de siempre, más triste, pero la de siempre. Y cada vez un poco menos triste, o con capacidad para sentir algo más aparte de la tristeza, y saber vivir con ella como algo mío. Me dijo una vez un amigo que él se quedó solo porque sólo tenía problemas, y que nadie aguantaba problemas de otro durante dos años, que si él no salía de ellos, la gente se iría marchando, porque nadie quiere a alguien triste. Y acertó, se quedó solo, y es verdad que era un chico muy triste. Yo le conocí ya triste, y aun lo está, yo creo que no se ha quitado nada de esa tristeza aun, pero yo tengo un imán para ella, me gusta, aunque no la saque conmigo o de mí muy a menudo. Estoy bien. Hace seis meses no estaba siquiera. Ahora ya estoy, y además estoy bien.
Y qué más da que no cuente lo que me pasa, y qué más da que no pida nunca ayuda, y que más da que no llore delante de nadie, y que más dan tantas tonterías. Si soy normal, y me pasa lo que a todo el mundo, pero siendo algo más tímida.
Yo creo que me voy a dormir, que vaya noche de locos. No tener voz me hace escuchar más. Odio la faringitis, la de palabras que me hace escribir, podrían, al menos, ser conexas entre sí.
A tu lado, como me pasa cada vez que conozco a alguien que siento de manera especial, me quedo callada, me bloqueo, y parece que no hablo, ni leo, ni escucho música, ni tengo opiniones… no es que me dé igual, es que me bloqueo.
A veces escribo un mensaje con lo que te quiero decir y lo guardo en borradores, para borrarlo luego. A veces te odio un poco por hacerme sentir vulnerable. Yo no quiero querer, que no sé hacerlo del todo bien.
Pienso mucho en las rupturas que he tenido. La primera es la más dura, porque se acaba el mundo de las ilusiones en las que el amor lo puede todo, y se acaba porque te dejan y no has hecho nada, nada tiene sentido, nada vale ya la pena. Se pasa, la herida cura (en 19 días y 500 noches), la cicatriz siempre queda, y a veces unas palabras reabren la herida, unos sentimientos que escuchas a alguien, y que te duelen como si fueran tuyos, porque fueron tuyos. Sabes lo que duelen.
Yo quiero a muy pocas personas, debería querer a más gente pero es lo que hay. A quienes quiero desde luego les quiero mucho, daría mi vida por ellos, o mi felicidad si la tuviera, lo sepan o no. Yo creo que casi ninguno lo sabe. Yo no digo muy a menudo ese “te quiero”, ni lo demuestro. Me basta con saberlo yo. Prefiero joderme y no estropearte nada, que sigas viviendo sin mí, conmigo a un ladito, velar porque tú estés bien me vale. Querer no siempre es amar. Tampoco te puedo ayudar a veces, y me frustro.
Sé muy poco de la vida, entiendo apenas nada. Mi familia es pequeñita, quiero a menos miembros de los que tiene, y es recíproco. Y no quiero una familia, no sé tenerla. Y no quiero un novio, porque tampoco sé tenerle. Y no quiero un mejor amigo/a, porque no soy la mejor en ello. Quiero saber querer, y a eso se aprende queriendo, haciendo daño sin querer. Y cuando esté lista, pues entonces.
Y con la cabeza soy consciente de las taras, y de las tonterías que digo, y de cómo solucionar las cosas, y tengo algunas respuestas, y de qué hacer, y qué me conviene, y todo eso. Pero aunque oiga a la razón, no soy capaz de hacerle caso, y me guío por instintos, por corazonadas, por impulsos. Y así me va, para bien o para mal, pero prefiero estrellarme mil veces a no vivir así. Esta es la primera vez que yo recuerde que tengo esa sensación y no voy a luchar por ella, voy a dejarla pasar hasta que se extinga o hasta, o hasta nada, hasta que se extinga y punto. No voy a atender a razones pero tampoco a sentimientos. Esta vez decide el tiempo, no yo. Es raro, no luchar por lo que quiero. Sólo una vez, a ver qué pasa si no voy yo a chocarme contra las olas y las veo morir en la orilla, y que me mojen los tobillos sin hacerme daño, a ver qué pasa, más que nada. Sin darle vuelta a todo, a todas horas.
Soy la misma de siempre, más triste, pero la de siempre. Y cada vez un poco menos triste, o con capacidad para sentir algo más aparte de la tristeza, y saber vivir con ella como algo mío. Me dijo una vez un amigo que él se quedó solo porque sólo tenía problemas, y que nadie aguantaba problemas de otro durante dos años, que si él no salía de ellos, la gente se iría marchando, porque nadie quiere a alguien triste. Y acertó, se quedó solo, y es verdad que era un chico muy triste. Yo le conocí ya triste, y aun lo está, yo creo que no se ha quitado nada de esa tristeza aun, pero yo tengo un imán para ella, me gusta, aunque no la saque conmigo o de mí muy a menudo. Estoy bien. Hace seis meses no estaba siquiera. Ahora ya estoy, y además estoy bien.
Y qué más da que no cuente lo que me pasa, y qué más da que no pida nunca ayuda, y que más da que no llore delante de nadie, y que más dan tantas tonterías. Si soy normal, y me pasa lo que a todo el mundo, pero siendo algo más tímida.
Yo creo que me voy a dormir, que vaya noche de locos. No tener voz me hace escuchar más. Odio la faringitis, la de palabras que me hace escribir, podrían, al menos, ser conexas entre sí.
2 comentarios:
Ya te lo he dicho cienes de veces: confía, todo va a salir bien.
Un abrazo :)
Idiota por tener que recordar la última vez
que te pedí tu amor.
Idiota por colgar tus besos con un marco rojo
por si ya no vuelvo a verlos más.
Idiota por perderme por si acaso te marchabas ya,
y tirar tu confianza desde mi cama hasta esa ventana.
No ves qué fácil ha sido para mí
perderlo todo en un momento.
Por mi miedo a perder, (bis)
por mi miedo a no controlar tu vuelo.
No soy una niña.
No soy ese duende.
No soy luchadora.
No soy tu camino.
No soy buena amante,
ni soy buena esposa.
No soy una flor,
ni un trozo de pan.
solo soy
esa cara de idiota
idiota esa cara de idiota
no ves que facil a sido para mi
perderlo todo en un momento.
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